ASTROLABIO JUDÍO Astrolabio de latón, probablemente de España [1345-1355 d.C.]
Esta maqueta portátil del firmamento tiene forma de un exquisito instrumento
de latón circular y se asemeja un poco a un reloj de bolsillo de gran tamaño.
Se trata de un astrolabio, y con él en las manos puedo saber la hora, medir
distancias topográficas o calcular mi posición en el planeta mediante el Sol o
las estrellas; y, si tengo suficiente información, incluso hacer mi horóscopo.
Aunque los antiguos griegos ya lo conocían, el astrolabio fue un instrumento
particularmente importante para el mundo islámico, ya que permitía al creyente
averiguar la dirección de La Meca; así pues, no resulta sorprendente que el
astrolabio más antiguo que se conserva sea uno islámico del siglo X. Pero el
astrolabio aquí fotografiado es judío y se fabricó hace unos 750 años en
España. Lleva grabados caracteres hebreos, pero también contiene palabras
árabes y españolas, y combina elementos decorativos islámicos y europeos. No es
solo un avanzado instrumento científico, sino también un emblema de un momento
muy particular en la historia religiosa y política de Europa.
No sabemos exactamente quién era el dueño de este astrolabio, pero sin duda nos
dice mucho acerca de cómo los eruditos judíos e islámicos revitalizaron la
ciencia y la astronomía desarrollando el legado de la Grecia y la Roma
clásicas. El instrumento nos habla de una gran síntesis intelectual, y de un
tiempo en el que las tres religiones —el cristianismo, el judaísmo y el islam—
coexistieron pacíficamente. No hubo una síntesis religiosa, sino que las tres
confesiones convivieron en provechosa fricción, y entre las tres hicieron de la
España medieval el motor intelectual de Europa.
Un astrolabio hace accesible, de manera compacta, la suma total del saber
astronómico medieval. Como ocurre con los últimos avances actuales,
representaba una tecnología de vanguardia, y su posesión constituía una
demostración de que uno estaba a la última. Hay una carta maravillosamente
divertida y conmovedora escrita por Chaucer a su hijo de diez años, Lewis, que
obviamente era tan espabilado como suelen serlo los chicos de su edad de
cualquier generación, y que ardía en deseos de saber manejar un astrolabio.
Además de escribirle una carta, Chaucer también le redactó un pequeño manual de
instrucciones, explicándole al muchacho cómo usar el instrumento y
advirtiéndole de lo difícil que iba a resultarle, aunque sospecho que, como la
mayoría de los chicos de hoy, seguramente Lewis no tardó en aventajar a su
padre.
Pequeño Lewis, he percibido bien tu
habilidad para aprender las ciencias relativas a números y proporciones, y
también he considerado tu ferviente petición de aprender muy en especial el Tratado
del astrolabio. He aquí un astrolabio de nuestro horizonte y un pequeño
tratado para aprender cierto número de conclusiones relativas a ese mismo
instrumento.
Créeme que todas las conclusiones que cabe encontrar, o que posiblemente
podrían encontrarse en un instrumento tan noble como un astrolabio, no son
perfectamente inteligibles para cualquier hombre mortal de esta región, y he
visto que hay algunas instrucciones que no darán los resultados previstos en
todos los aspectos; y algunas de ellas resultan demasiado difíciles de
entender para tu tierna edad de diez años...
A primera vista, este astrolabio parece un reloj de bolsillo a la antigua
usanza y de gran tamaño, con una cara íntegramente de latón. Es un brillante
montaje de piezas de latón bien engranadas, con cinco discos finísimos, uno
sobre otro, unidos por una clavija central. Encima de ellos hay varias agujas
que pueden alinearse con diversos símbolos grabados en los discos para obtener
lecturas astronómicas o ayudar a determinar nuestra posición. Este tipo de
astrolabio está diseñado para la latitud concreta en la que se va a utilizar;
aquí, los cinco discos permiten obtener una lectura precisa de cualquier
posición entre las latitudes de los Pirineos y África del Norte, y dentro de
ese rango se incluyen las latitudes de las ciudades españolas de Sevilla y
Toledo.
Eso nos indica que este astrolabio fue fabricado casi con total certeza para
alguien establecido en España, que podría desplazarse entre África del Norte y
Francia, mientras que los textos grabados en el astrolabio nos señalan
claramente qué tipo de persona debió de haberlo utilizado: el dueño era judío y
culto.
La doctora Silke Ackermann, conservadora de instrumentos científicos del Museo
Británico, ha pasado mucho tiempo estudiando este astrolabio:
Las inscripciones están todas en hebreo, se pueden ver las letras hebreas
finamente grabadas con bastante claridad. Pero lo intrigante de la pieza es que
no todas las palabras son hebreas. Algunas de ellas son de origen árabe, y
otras son del español medieval. Así, por ejemplo, junto a una estrella de la
constelación que llamamos Aquila —el Águila— podemos ver escrito en hebreo nesher
me’offel «el águila voladora». Pero otros nombres de estrellas se
dan en su forma árabe; así, Aldebarán, en Tauro, tiene su nombre árabe al-dabaran
escrito en letras hebreas. Asimismo, cuando se leen las letras hebreas de los
nombres de los meses, estas ofrecen los nombres en español medieval como
«octubre», «noviembre» o «diciembre» De modo que lo que tenemos aquí es el
conocimiento de los astrónomos clásicos griegos que cartografiaron el
firmamento combinado con las Contribuciones de los eruditos musulmanes, judíos
y cristianos y todo ello en la palma de la mano.
La España en la que se fabricó este astrolabio era el único lugar en la Europa
de dominio cristiano donde había poblaciones significativas de musulmanes, y
albergaba asimismo a una extensa población judía. Entre los siglos VIII y XV,
la mezcla de gentes de estas tres religiones fue uno de los rasgos más
distintivos de la sociedad hispana medieval. Obviamente, por entonces España
aún no existía como país, ya que en el siglo XIV todavía era un mosaico de
reinos. El mayor de ellos era Castilla, que compartía frontera con el último
Estado musulmán independiente de la península, el reino de Granada. En muchas
partes de la España cristiana había un gran número de judíos y musulmanes y los
tres grupos coexistían juntos pero manteniendo sus tradiciones separadas, en
lo que podría calificarse como un temprano ejemplo de multiculturalismo. Esta
coexistencia extremadamente rara en ese periodo de la historia europea, resulta
mucho mejor definida con el término convivencia.
El distinguido historiador e hispanista sir John Elliott nos explica cómo
surgió esta sociedad mixta:
Tal como yo lo veo, la esencia del multiculturalismo es la preservación de la
peculiar identidad de las diferentes comunidades religiosas y étnicas en una
sociedad. Durante una gran parte del período de dominación islámica, la
Política de los gobernantes fue la de aceptar esa diversidad, por más que
consideraran a los Cristianos y judíos adeptos de una religión inferior. Cuando
el poder pasó a manos de los gobernantes cristianos estos hicieron casi lo
mismo, dado que en realidad no tenían otra opción, aunque al mismo tiempo,
desde luego, se prohibieran los matrimonios mixtos en el seno de estas
comunidades de modo que había un multiculturalismo limitado. Ello no impidió
una gran interacción mutua, particularmente en el ámbito cultural. De modo que
el resultado fue una civilización que era vibrante creadora y original debido a
ese contacto entre las tres razas.
Un par de siglos antes, esa interacción mutua había situado a la España
medieval en la vanguardia de la expansión del conocimiento en Europa. No solo
hubo un creciente conocimiento científico en torno a instrumentos astronómicos
como nuestro astrolabio, sino que fue también en España donde los trabajos de
los antiguos filósofos griegos, sobre todo de Aristóteles se tradujeron al
latín y se incorporaron a la corriente intelectual de la Europa medieval. Este
trabajo pionero se basó en un constante intercambio de ideas entre los
estudiosos musulmanes, judíos y cristianos y en el siglo XIV ese legado de
erudición se incardinó en el pensamiento europeo, tanto en la ciencia y la
medicina como en la filosofía y la teología. El astrolabio se convirtió en el
instrumento indispensable para astrónomos, astrólogos, doctores, geógrafos o,
de hecho, cualquiera con aspiraciones intelectuales, y hasta para un niño
inglés de diez años como el hijo de Chaucer. Con el paso del tiempo, este
intrincado objeto capaz de hacer tantas cosas se vería desplazado por toda una
serie de instrumentos distintos: el globo terráqueo, el mapa impreso, el
sextante, el cronómetro y la brújula, cada uno de los cuales desempeñaría una
de las numerosas tareas que el astrolabio podía hacer por sí solo.
La herencia compartida de los pensadores islámicos, cristianos y judíos sobreviviría
durante siglos, pero no así la convivencia de las tres confesiones. Aunque hoy
la España medieval sea frecuentemente invocada por los políticos como modelo
de tolerancia y de coexistencia multiconfesional la verdad histórica resulta
claramente más incómoda. Nos lo explica de nuevo sir John Elliott:
En cuanto a
la verdadera tolerancia rellgiosa, esta resulta bastante menos clara que la
coexistencia ... La cristiandad en general constituía una sociedad bastante
intolerante, muy opuesta a toda clase de heterodoxos, y esa intolerancia se
dirigía particularmente contra los judíos. Así, por ejemplo, Inglaterra
expulsó a sus judíos en 1290 y Francia poco más de una década después, y por lo
que se refiere a las relaciones cristiano—musulmanas, a partir del siglo XII
hubo un endurecimiento de las actitudes religiosas. Cuando los cristianos
predicaron las Cruzadas y los almohades que habían penetrado en España desde
África del Norte predicaron la yihad, se produjo una creciente agresividad por
ambas partes.
En ese contexto, la España cristiana todavía podría parecer relativamente
tolerante. Pero se atisbaban ya los primeros indicios de problemas, y la
supervivencia de la Granada musulmana era un constante recordatorio de un
asunto pendiente. La alianza intelectual entre cristianos, judíos y musulmanes
pronto se vería barrida del mapa por una beligerante monarquía española, que
aspiraba a seguir el ejemplo del resto de Europa y afirmar el predominio
cristiano. En torno al año 1500, los judíos y musulmanes serían perseguidos y
expulsados de España. La convivencia había terminado.
Neil MacGregor. La historia del mundo en 100 objetos. Debate, 2012
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